domingo, 8 de abril de 2012

HUGO BEJAR NAVARRO, MAESTRO DEL ARTE CUSQUEÑO


En las galerías del Museo de Arte de la Municipalidad cusqueña, el destacado maestro y pincel mayor del arte cusqueño de este época, profesor Hugo Béjar Navarro, ha inaugurado una bella exposición que recoge lienzos de homenaje a la mujer peruana y andina y un conjunto de trabajos realizados recientemente. Quienes conocemos al maestro Hugo Béjar y tuvimos la suerte de recibir sus enseñanzas en la escuela de Bellas Artes, nos regocijamos al acompañarlo en esta aventura estética que ofrece a nuestros ojos. Artista cultivado en la primera hornada de pintores egresados de la Escuela de Bellas Artes, que bebió el arte en la leche materna; pues, nació en un hogar de artistas célebres, depositarios de los secretos de las artes populares virreinales: la imaginería y la pintura.
El ambiente cultural y artesanal del emblemático barrio de San Blas, modelaron su alma y su talento. Tuvo como seguidor a su hermano Justo, otro talentoso artista que desafortunadamente falleció en plena juventud.
Los hermanos Béjar y sus colegas, organizaron el Grupo Yllari en 1953, el Grupo de los Independientes (1955) y la Peña de Estudios Libres, en los que militaba Rosa Julia Faccaro, historiadora y crítico de arte de nacionalidad argentina, que orientó y comentó la aparición de la corriente informalista y abstracta en el arte cusqueño, en una época en que el indigenismo de los seguidores de Sabogal ya periclitaba y daba paso, tardíamente, al arte moderno.
Por esos años de la década de los sesenta, cuando en el mundo ocurrían los primeros viajes espaciales y se dividía el bloque socialista, el arte universal entraba en un periodo crítico; el realismo socialista puesto en boga por la revolución cubana competía con los ismos decadentistas de sistema occidental.
Los artistas cusqueños revolucionaban la forma y el contenido con propuestas informalistas.
Esa fue una época de renovación y enfrentamiento con los cánones envejecidos. A los relamidos retratos de mestizos e indígenas; a las escenas bucólicas y los gastados motivos de reminiscencia incásica, se enfrentaron creaciones expresionistas, surrealistas, cubistas, y abstractas. Con obras de Octavio Mejía, Julio Aybar, Hugo Béjar y Justo Béjar, “Tolo” Olivera, Juan Machicado, Carmen Vargas, Armando Medina, Juan de la Cruz Machicado, Abel Jiménez, el poeta Raúl Brózovich y artistas de las nuevas generaciones como Edgard Torres Calderón, Rubén Vera, Darwin Salas, etc. Algunos de ellos, en 1966, junto con Víctor Chambi, Ronald Peralta y José Guerra, fundaron la Asociación de Artistas Plásticos del Cusco y la Galería Justo Béjar.
Muchos de estos artistas se hicieron restauradores, dejando la creatividad artística. Pero Hugo Béjar siguió, tercamente, produciendo sus lienzos de gran formato con composiciones históricas, orientadas a ser plasmadas en pintura mural, en las que su opción humanista se manifiesta en imágenes del hombre, la mujer y la familia, ante la inclemencia de la lucha por la existencia, la lucha por la libertad, encarnada en Túpac Amaru y Micaela y la imagen simbólica de un cóndor.
La obra pictórica de Hugo Béjar se inscribe en un fuerte expresionismo en la forma, el tema, el color y el trazo magistral, simplificado y reforzado por texturas táctiles; rostros masculinos angulosos y duros, contrapuestos a delicados semblantes femeninos; armonizados con líneas y formas sinuosas y colores fuertes: rojos bermellones de fuego, azules y tierras de siena, contrastados con el fondo negro y tétrico, que predomina en sus creaciones ulteriores Béjar, es uno de los pocos artistas de su generación que no claudicó el color sobrio y andino de su propia personalidad, por los colorinches estridentes a lo Walt Disney, de quienes entregaron su arte al vulgar mercantilismo que les brindó pingües ganancias, pero los alejó de la gloria de la autenticidad o idoneidad estéticas.
En esta muestra de floración madura del maestro Béjar, el ojo avisado, cultivado en la emoción estética, puede sentir el impacto de la fuerte vibración de un espíritu, sosegado, investigador y pulcro, de un artista que ha decantado y destilado su arte con la delectación dedicada de un alquimista. Véase, cada trazo, cada forma, cada contraste de color: la composición total, entre la unidad y la diversidad; el dibujo armado en concordancia con la divina proporción o proporción de oro.
La arquitectura de las formas, simétricas o anti-simétricas, equilibradas por las graduaciones de color y las perspectivas aéreas. Cada lienzo o mural es una superación de sí mismo, una cumbre de montaña, una meta transpuesta hacia el Olimpo de la belleza y el gran arte. Es penoso que quien no entienda el verdadero arte no pueda gozar del sabor y la emoción que contienen estos lienzos.
En la vida cotidiana, el Maestro Hugo es un gran amigo, colega leal, siempre dispuesto a enseñar, a incentivar, a hurgar el talento de sus discípulos. Cordial, amigable, elegante. Todo un señor del arte. Por todo ello, admirado maestro, brindo por usted esta copa escanciada con el sagrado elíxir de la eterna amistad que sólo en los ingenios del gran arte se destila.

Cusco, 26 de marzo del 2012.
Julio Antonio Gutiérrez Samanez. (KUTIRY)

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