domingo, 8 de abril de 2012

LUCES Y SOMBRAS DE LA CIENCIA QUIMICA


Nuestros tiempos ya no son los de las revoluciones físicas, químicas o tecnológicas; la revolución que se espera es en el espíritu. En la mente humana se está operando un milagro: La toma de conciencia del daño que se le ha causado a la naturaleza y al propio ser humano. Ahora se comienza a realizar acciones para mitigar ese daño.
Desde la revolución monolítica, el descubrimiento del fuego, la creación de la agricultura, la ganadería, la esclavitud y las sociedades siguientes, el ser humano creó conocimientos y tecnologías, con el objeto de dominar a la naturaleza y someterla al servicio de los grupos de poder. Después del largo periodo de la feudalidad sobrevinieron las grandes revoluciones tecno-científicas de los siglos XVI y XVII, cuando aparecen las ciencias experimentales que generaron la revolución industrial del siglo XVII y acentuaron ese carácter negativo de la sociedad humana signada el saqueo, la rapiña, la extracción indiscriminada, la deforestación y la explotación del trabajo humano de los desposeídos y la guerra, siempre en beneficio de una élite dominante. Paralelamente al desarrollo de las ciencias, la filosofía reflexionó sobre la naturaleza del conocimiento científico y el impacto de su aplicación en la sociedad y en la propia naturaleza.
Hoy se está tomando profunda conciencia sobre la agresión que la ciencia y la tecnología están causando al medio ambiente y al hombre mismo. La filosofía reflexiona sobre la responsabilidad o la ética humana sobre las transformaciones negativas que propició el industrialismo.
Se sabe que se viene manipulado la conciencia colectiva en beneficio de la perpetuación de prácticas políticas depredadoras. Los conocimientos científicos son utilizados para fines militares en una estrategia de guerra para someter al mundo a un infame reparto, explotación y saqueo de sus recursos naturales, en especial, los hidrocarburos.
Es un hecho reciente que la reflexión filosófica sobre la ciencia se ocupe de la Química, como principal responsable de los grandes adelantos científicos (creación de medicamentos, nuevos materiales, plásticos, polímeros; millones de sustancias  sintéticas, combustibles, fibras, refractarios, semi conductores, superconductores, energía nuclear, nanotecnología, etc.) al tiempo que generamos  efectos negativos con el uso de materiales nucleares radioactivos, pesticidas, que están extinguiendo especies animales; armas biológicas, virus y bacterias mutantes y drogas perjudiciales que envenenan a nuestras juventudes; sustancias nocivas como el mercurio o el cianuro usados en la minería que causan estragos en el medio ambiente y generan enfermedades incurable y degenerativas en las poblaciones afectadas.
Por todo ello, con la finalidad de generar ciudadanía responsable, la educación o la enseñanza debe tomar en cuenta este doble carácter de la química, para hacer saber a la población estudiosa los riesgos de la industrialización irresponsable y las amenazas del progreso mal dirigido.
La ciencia ha sido encontrada en falta, ha cometido terribles desaciertos, ahora hace su “Mea culpa” y con la “Química Verde” pretende curar las heridas, recuperar lo que ha dañado; pretende frenar la destrucción y dar vuelta atrás el carro desbocado de la historia.
Una voluntad superior fundada en la ética le obliga a revisar su procedimiento, revertir sus errores, replantear su estrategia. Pero, hay una mafia internacional que detenta el poder político y militar de los grandes interesen económicos capitalistas, que no solo no están interesados en revertir las cosas, sino en perpetuar el capitalismo salvaje, la sociedad de la irresponsabilidad y la usura, y el chantaje nuclear o armado.  Lo peor es que no hay poder humano que se le pueda enfrentar, porque manejan todo el sistema de comunicaciones, manipulan la conciencia de millones de ciudadanos en todo el mundo; han trastocado la verdad por la mentira y han hecho una caricatura de toda esperanza de justicia y libertad. A este malévolo fin ayudan muchas ideologías, religiones, posturas filosóficas y seudo-ciencias.  Por eso se dice que la sociedad del gran capital, el súper consumismo, la ciencia depredadora y destructiva: el capitalismo salvaje, está demente y está arrastrando al hombre a su destrucción total.
¿Cuántos somos conscientes de esta realidad? ¿Cuántos estamos haciendo algo para revertirla?
Seguro que somos una minoría, pero quizá podamos escapar de la inminente destrucción de estas Sodoma y Gomorra bíblicas a las que el imperio depredador del Dólar ha reducido a la modernísima, globalizada y computarizada sociedad del ser autodenominado: hombre “dos veces sabio”.
Cusco, 8 de abril del 2012.
Julio Antonio Gutiérrez Samanez.

OBSEQUIA CERÁMICA CUSQUEÑA DE TIPO COLONIAL.
Visita el Taller Escuela de Cerámica Inca.
Del artista Julio Gutiérrez Samanez (KUTIRY)
Calle Inca 357, Santiago, Cusco. Cel: 984 682709
Página Web: www.kutiry.com
-Participa del 75 aniversario del Instituto Americano de Arte “BODAS DE DIAMANTE”, 5 de octubre del 2012.
-Tercera Conferencia Internacional sobre la Tabla Periódica, Cusco 2012, en homenaje a la memoria del científico cusqueño Oswaldo Baca Mendoza. Del 14 al 17 de agosto próximo.
Auspician UNSAAC, Municipalidad del Cusco, Asociación KHIPU, Universidad Global, Colegio Químico del Cusco, Promperú.

INKARRI Y EL MITO DE LA DEMOCRACIA


(EN RECUERDO DE DANIEL ESTRADA)
Es sabido que son los mitos los que mueven la historia, movilizan a las masas humanas encarnándose en ellas y sus líderes. Los mitos son conjuntos de ideas y aspiraciones de un pueblo que  desencadenan revoluciones, saltos cualitativos en pos de un objetivo común. El mundo vive arrastrado por muchos mitos, uno de ellos es el mito del progreso o desarrollo, según el cual, gradualmente, los pueblos deben ir conquistando el bienestar económico, la justicia social, la democracia, etc., es decir, se va haciendo realidad el sueño de los  pensadores del pasado. De un modo lineal estaríamos avanzando a construir una sociedad mejor, justa,  sin diferencias, sin odio ni guerras. A ese modo de pensar se conoce como “paradigma”, que es algo así como una creencia religiosa.
 El positivismo del siglo XVIII ha marcado ese carácter  lineal incluso en el mito marxista del socialismo. Los modos de producción se perfeccionan desde la sociedad primitiva, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo, indefectiblemente. Del mismo modo a como la creencia judeocristiana nos ofrece llegar al cielo al morir, después de los sacrificios vividos en la tierra. La ideología comunista ofrece en su “Internacional” que “la tierra será el paraíso de toda la humanidad”. Fukuyama creía que el capitalismo era la sociedad más acabada y que sólo admitía ser perfeccionada ya que la historia había llegado a su fin. Es decir, el ansiado “paraíso” sería el mejoramiento del sistema capitalista mundial.
Pero, lo que se ha constatado con la caída de los paradigmas es que el proceso de la historia no es lineal, se puede estancar, incluso, retroceder; porque es complejo y funciona en forma de red.
Sea como fuere, los mitos mueven montañas, generan cambios, rompen paradigmas, por eso sería preciso construirnos uno a medida nuestra.
Tenemos muchos mitos  en nuestra historia, el más espectacular y que calza con nuestras expectativas de país y estado nación es el mito del INKARRi, el Pachacuti o Renacimento. Un mito milenarista. Según este mito, las grandezas del pasado volverán a repetirse en el futuro, por obra nuestra. Volverá renovado el tiempo del Inca, para transformar este mundo enloquecido por el capital, la usura, la explotación, el individualismo, la guerra y el crimen.
En el siglo XVII, el mito encarnado en Túpac Amaru, puso en jaque el poder colonial español y tuvo que ser ahogado en sangre, en una de las mayores expresiones de crueldad que tiene recuerdo la historia.
En el siglo XIX, el mito de la Libertad sacudió el continente y arrojó al colonialismo. Una vez libres, carentes de mitos, los pueblos sud americanos, emprendieron un periodo de luchas intestinas, caudillismo militar y caos; que fueron capitalizados por los imperios económicos en boga como el imperio británico (sabido es que el Perú perdió una parte de su territorio por causa de la guerra propiciada por los consorcios ingleses del guano y el salitre).
Después de la primera guerra mundial se alzó con el poder el imperio norteamericano y se afianzó la Revolución Rusa con el primer estado socialista del mundo. La derrota del nazismo en la segunda guerra mundial trajo consigo la dualidad de poderes entre EEUU y la URSS. La carrera armamentista, el arma nuclear y la guerra fría. En nuestros países del patio trasero del imperio, se sembró el mito de la Revolución, con el triunfo de la revolución cubana y las tentativas guerrillera del Che en Bolivia, y el Mir en el Perú. Las revueltas campesinas contra la feudalidad supérstite dieron lugar a que una dictadura militar nacionalista realice las reformas sociales más radicales como la erradicación de la feudalidad en el Perú. El gobierno de Velasco (1968 -74) enarboló una frase atribuida a Túpac Amaru: “Campesino el patrón no comerá nunca más de tu pobreza”.
El mito milenarista del INKARI, continuó en vigencia, a la endeble democracia burguesa de derecha y al fracaso de la revolución militar por traición de Morales Bermúdez, sobrevino el “Yawar Inti” o Sol de Sangre, periodo pronosticado por Luis E. Valcárcel en su “Tempestad en los Andes” todavía en 1927 e intuido por Arguedas en “El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo”, 1969, al no encontrar solución al conflicto entre la sociedad tradicional y colectivista de los andes, con el sistema del gran capital en expansión que hoy conocemos como globalización. Sobrevino, entonces, la hecatombe, la edad del genocidio y el crimen: el terror que cobró setenta mil muertos, la mayoría civiles, atrapados entre el fuego de insurgente y contrainsurgentes.
En un contexto de guerras por el dominio de los hidrocarburos y la crisis cíclica del sistema económico mundial, la caída del bloque comunista que no pudo sobrevivir a sus contradicciones burocráticas internas y a la competencia del imperialismo occidental, se sucedieron en el Perú gobiernos signados por la corrupción, el narcotráfico, el crimen por encargo, el negociado de todos nuestros recursos naturales: minerales, gas, petróleo, en beneficio de las cúpulas detentoras del poder, a través de “faenones” o la descarada compra de conciencias con fajos de dólares del narcotráfico.
En el Cusco, un hombre  encarnó el mito, recuperó un  expectante lugar para su pueblo en la historia. Daniel Estrada, fue el último líder de masas, como antes fueran Huamantica y Herrera Farfán; Daniel, enarboló el “Cusqueñismo” y el neo indianismo como doctrina, pero fue asfixiado por el centralismo limeño y la política criolla.
 Hoy, el “mesías” nacionalista, llevado a la presidencia por voto popular, que ofreció en su campaña limpiar este establo de Augias y barrer la corrupción en el Perú, se ha pasado con armas y todo al lado contrario, a la otra vereda, dejando huérfano a su pueblo.
Pobre Perú, deshonrado, abatido, al pie del orbe, en la encrucijada de su historia.
¿Cuánta sangre más correrá para el retorno del Inkarri?
Cusco 01 de marzo del 2012.
Julio Antonio Gutiérrez Samanez

HUGO BEJAR NAVARRO, MAESTRO DEL ARTE CUSQUEÑO


En las galerías del Museo de Arte de la Municipalidad cusqueña, el destacado maestro y pincel mayor del arte cusqueño de este época, profesor Hugo Béjar Navarro, ha inaugurado una bella exposición que recoge lienzos de homenaje a la mujer peruana y andina y un conjunto de trabajos realizados recientemente. Quienes conocemos al maestro Hugo Béjar y tuvimos la suerte de recibir sus enseñanzas en la escuela de Bellas Artes, nos regocijamos al acompañarlo en esta aventura estética que ofrece a nuestros ojos. Artista cultivado en la primera hornada de pintores egresados de la Escuela de Bellas Artes, que bebió el arte en la leche materna; pues, nació en un hogar de artistas célebres, depositarios de los secretos de las artes populares virreinales: la imaginería y la pintura.
El ambiente cultural y artesanal del emblemático barrio de San Blas, modelaron su alma y su talento. Tuvo como seguidor a su hermano Justo, otro talentoso artista que desafortunadamente falleció en plena juventud.
Los hermanos Béjar y sus colegas, organizaron el Grupo Yllari en 1953, el Grupo de los Independientes (1955) y la Peña de Estudios Libres, en los que militaba Rosa Julia Faccaro, historiadora y crítico de arte de nacionalidad argentina, que orientó y comentó la aparición de la corriente informalista y abstracta en el arte cusqueño, en una época en que el indigenismo de los seguidores de Sabogal ya periclitaba y daba paso, tardíamente, al arte moderno.
Por esos años de la década de los sesenta, cuando en el mundo ocurrían los primeros viajes espaciales y se dividía el bloque socialista, el arte universal entraba en un periodo crítico; el realismo socialista puesto en boga por la revolución cubana competía con los ismos decadentistas de sistema occidental.
Los artistas cusqueños revolucionaban la forma y el contenido con propuestas informalistas.
Esa fue una época de renovación y enfrentamiento con los cánones envejecidos. A los relamidos retratos de mestizos e indígenas; a las escenas bucólicas y los gastados motivos de reminiscencia incásica, se enfrentaron creaciones expresionistas, surrealistas, cubistas, y abstractas. Con obras de Octavio Mejía, Julio Aybar, Hugo Béjar y Justo Béjar, “Tolo” Olivera, Juan Machicado, Carmen Vargas, Armando Medina, Juan de la Cruz Machicado, Abel Jiménez, el poeta Raúl Brózovich y artistas de las nuevas generaciones como Edgard Torres Calderón, Rubén Vera, Darwin Salas, etc. Algunos de ellos, en 1966, junto con Víctor Chambi, Ronald Peralta y José Guerra, fundaron la Asociación de Artistas Plásticos del Cusco y la Galería Justo Béjar.
Muchos de estos artistas se hicieron restauradores, dejando la creatividad artística. Pero Hugo Béjar siguió, tercamente, produciendo sus lienzos de gran formato con composiciones históricas, orientadas a ser plasmadas en pintura mural, en las que su opción humanista se manifiesta en imágenes del hombre, la mujer y la familia, ante la inclemencia de la lucha por la existencia, la lucha por la libertad, encarnada en Túpac Amaru y Micaela y la imagen simbólica de un cóndor.
La obra pictórica de Hugo Béjar se inscribe en un fuerte expresionismo en la forma, el tema, el color y el trazo magistral, simplificado y reforzado por texturas táctiles; rostros masculinos angulosos y duros, contrapuestos a delicados semblantes femeninos; armonizados con líneas y formas sinuosas y colores fuertes: rojos bermellones de fuego, azules y tierras de siena, contrastados con el fondo negro y tétrico, que predomina en sus creaciones ulteriores Béjar, es uno de los pocos artistas de su generación que no claudicó el color sobrio y andino de su propia personalidad, por los colorinches estridentes a lo Walt Disney, de quienes entregaron su arte al vulgar mercantilismo que les brindó pingües ganancias, pero los alejó de la gloria de la autenticidad o idoneidad estéticas.
En esta muestra de floración madura del maestro Béjar, el ojo avisado, cultivado en la emoción estética, puede sentir el impacto de la fuerte vibración de un espíritu, sosegado, investigador y pulcro, de un artista que ha decantado y destilado su arte con la delectación dedicada de un alquimista. Véase, cada trazo, cada forma, cada contraste de color: la composición total, entre la unidad y la diversidad; el dibujo armado en concordancia con la divina proporción o proporción de oro.
La arquitectura de las formas, simétricas o anti-simétricas, equilibradas por las graduaciones de color y las perspectivas aéreas. Cada lienzo o mural es una superación de sí mismo, una cumbre de montaña, una meta transpuesta hacia el Olimpo de la belleza y el gran arte. Es penoso que quien no entienda el verdadero arte no pueda gozar del sabor y la emoción que contienen estos lienzos.
En la vida cotidiana, el Maestro Hugo es un gran amigo, colega leal, siempre dispuesto a enseñar, a incentivar, a hurgar el talento de sus discípulos. Cordial, amigable, elegante. Todo un señor del arte. Por todo ello, admirado maestro, brindo por usted esta copa escanciada con el sagrado elíxir de la eterna amistad que sólo en los ingenios del gran arte se destila.

Cusco, 26 de marzo del 2012.
Julio Antonio Gutiérrez Samanez. (KUTIRY)

Luis Figueroa Yabar en el recuerdo

Escribe Julio Antonio Gutiérrez Samanez
Hay personas que en vida parecen eternas, envejecen poco a poco, mantienen, pese al tiempo transcurrido, un entusiasmo juvenil que les otorga aire de eternidad; más aún, cuando se sabe que sus nombres están ligados a la historia de su tierra y que ya poseen, en ese Olimpo del pensamiento, un sitial, un espacio, una cripta o un pedestal con nombre propio. Yo creo que hombres así, no mueren nunca, su óbito es sólo un simple paso cualitativo de una etapa inferior a otra superior. Su muerte no es sino el paso a la eternidad.
Lucho nunca pensaba en morir, tenía tantos proyectos en camino que su muerte es nada más que un accidente lamentable, porque su espíritu aventurero, luchador, egolátrico, era realmente gigante. A su paso por este mundo tuvo una actuación privilegiada, fue uno de los fundadores del séptimo arte en el Perú y con sus obras fue reconocido en vida en los principales festivales de arte cinematográfico del mundo, en Europa y principalmente en Francia.
No me toca a mí como amigo hacer una biografía de este maestro, muchas biografías y datos biográficos hallará el lector en las propias web sides de Figueroa. Cuándo nació, quienes fueron sus padres, cuáles fueron sus principales obras, etc., etc.
Yo quiero recordarlo en la  amical afinidad en que vivimos como artistas, como militantes de una causa humana, que trascendía la vulgaridad y lo prosaico de los negocios y las aspiraciones crematísticas, nuestra amistad estaba basada en el respeto, la tolerancia y la admiración. Aun que no estuve muy cerca de él en los últimos años, cada encuentro en algún café o en las soleadas calles y plazas de nuestra tierra, se iniciaba con un gran abrazo y se prolongaban en largos diálogos de recuerdos y de planes entusiastas a ser realizados. Lucho tenía el don de la persistencia, sus objetivos se cumplían, con toda la gama de sueños y realidades con que los concebía.
No hace mucho, la Asociación de Cine Cusqueño, de José Huamán, Ramiro Moreira y otros jóvenes valores del nuevo cine, le tributaron un gran homenaje, junto con sus colegas: Jorge Vignati, Federico García, José Carlos Huayhuaca, César Vivanco. Nadie se hubiera imaginado que era el último homenaje, aunque más tarde, festejó jubiloso, junto con su hermana Judith,-la bella Kukuli de la película-, los cincuenta años del estreno de esa joya del séptimo arte peruano. Lucho sobrevivió a casi todos los realizadores de esa obra: Eulogio Nishiyama, César Villanueva, en la dirección compartida, cámaras y manejo técnico y el actor Víctor Chambi, el guionista Hernán Velarde (ya fallecidos). Quedan los sobrevivientes: Don Lizardo Pérez (el Ukuku que rapta a la doncella) y el maestro Armando Guevara Ochoa, autor de la banda sonora.
En el año de 1991, se llevó a efecto en el Cusco un Festival  Sud-americano de cine, y un reestreno de Kukuli. Como presidente del IAA me cupo gestionar ante el Municipio presidido por el Dr. Daniel Estrada, el otorgamiento de la medalla de la Ciudad, para Luis Figueroa Yábar y Eulogio Nishiyama. Ese día Lucho estaba feliz y lucía un terno de bayeta blanca y una camisa bordada por los Otavalos de Ecuador.
Gracias al concurso de Carlos Gutiérrez Vásquez y Adelma Benavente, publicamos el cuaderno del IAA titulado: “La Escuela Cusqueña de Cine”, con el auspicio del Municipio del Qosqo. Durante esa inolvidable excursión a Machupicchu, repartimos como volantes el librito a todos los participantes venidos del mundo entero. Un corolario de esa actividad fue la creación del Instituto Audiovisual Inca (Inavi), que duró algunos años y en el que activamos con Adelma y mi esposa Anita Enciso. Después falleció don Eulogio que era, además de un  gran fotógrafo y camarógrafo, un hombre con un exquisito y mordaz sentido del humor; nadie, ni el propio Lucho, escapaban a sus sátiras.
Por los años ochenta, en el café “Politeama” del médico Alcides Vargas, Lucho reunió a toda la intelectualidad con la finalidad de generar ideas cusqueñistas y colaborar con la gestión de Daniel Estrada, esa vez se conformó un alucinante grupo de visionarios y soñadores, al cual más geniales. Fue en ese ambiente que se me ocurrió escribir una novela de anticipación, cuyos capítulos premonitorios, aún inéditos, han sido ya realizados por las gestiones municipales o están a punto de ver la luz.
Al cumplir sus ochenta años, la artista Gabriela Cuba, de  “Apacheta” y un grupo de amigos, entre los que estaba invariablemente Númitor Hidalgo le hicieron un bello homenaje. Lucho me dijo allí que se sentía “como todo un muchacho” y que haría una gran edición con la obra fotográfica y artística de su padre, cosa que realizó. Recuerdo que con la Alianza Francesa hizo una exposición de la obra fotográfica de su progenitor el artista Juan Manuel Figueroa Aznar.
Pese a su edad, Lucho conservaba una tupida cabellera blanca, decía que se la lavaba con “huallhua” y “Jahuacollay”, eran sus secretos paucartambinos. En su departamento, conservaba una escultura en arcilla cruda hecha por su padre, hace sesenta años. También poseía un “Kharacho” o viejo álbum de recortes de periódico con temas, críticas y comentarios de arte, compilados por su padre. Al hojear los amarillentos folios que abarcaban todo un  siglo, encontré un artículo de mi padre, dedicado a este su amigo y colega cofundador del IAA. De ahí que nuestra amistad con Lucho venía desde muy lejos, desde una generación atrás.
La última vez que tomamos un café fue en el “Ayllu” de calle Almagro, le tomé dos fotos que las adjunto; lamento no haber guardado en mi memoria esa última conversación. Recuerdo que estuvimos con mi esposa Anita, yo le oía -sin escucharle-, sus sueños explicados con vehemencia y lujo de detalles. Era porque siempre estuve seguro de que este hombre viviría mucho; mucho más que sus 83 años, bien vividos y gozados; pues, en las fiestas bailaba y galanteaba como él solo. Decíamos, con respeto, que era el primer “brichero” del Cusco. De esos que ya no hay: con clase, con calidad, con elegancia, como todo un dandi.
Figueroa, en los más de treinta años que lo he tratado, no se enfermaba ni con gripe y apenas se había “secado” un poco con el tiempo.
Si algo le reproché cordialmente en vida fue, que siendo un gran maestro del cine, no dejara una escuela con jóvenes seguidores. No era su estilo, como en todo artista nimbado con el fuego interno de la genialidad, lo consumía un afán egolátrico y agonista; quizás así contrarrestaba su soledad.
Ahora que ya ha pasado por el umbral de la vida, como es costumbre ingrata en nuestra tierra, abundarán los reconocimientos, las loas, los ditirambos y mucha gente, por fin, sabrá que ese señor moreno de pelo blanco, de finos modales, que no faltaba en las exposiciones, que casi vivía en el Café “Extra”, que hablaba a perfección el francés y conversaba sobre los festival de Karlovi-Vary, Cannes, sobre las expresiones del historiador del cine George Sadoul acerca del cine cusqueño y que era un apasionado de la luz y del color, era el famoso cineasta: Luis Figueroa Yábar, cuya memoria pasará, como en una película, a la historia secular de esta tierra extraordinaria.
 Cusco, 21 de marzo 2012